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viernes, 19 de septiembre de 2025

LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA














ORGANIZACION POLITICA y ADMINISTRATIVAS


 

Competencia: pensamiento social.

 Desarrolla la capacidad de los estudiantes para analizar críticamente la organización del Estado y la función del Gobierno dentro de la sociedad, entendiendo su impacto en la vida ciudadana y el tejido social.

Vivencial: *Dinámica de Preguntas Rápidas.

*Reflexión escrita sobre el impacto de la organización política en la vida diaria de los ciudadanos.

Estándar: *Comprende la estructura y funcionamiento del Estado colombiano.

*Reflexiona sobre el Gobierno como institución política encargada de implementar las decisiones del Estado.

Evaluación: Ensayo Breve
escribir un ensayo de 200-300 palabras donde reflexionen sobre la siguiente pregunta:
"¿Cómo impactan las decisiones del gobierno en la estructura social y en la vida cotidiana de los ciudadanos?"




1

¿Por qué es importante la descentralización en un Estado como Colombia?

2

¿Cómo afecta la autonomía territorial a la gobernabilidad en Colombia?

3

¿Cuál es el impacto de la organización territorial en la vida de los ciudadanos?

4

¿Qué desafíos enfrenta Colombia en la implementación de su organización política?

5

¿Cómo se podría mejorar la relación entre el gobierno nacional y las entidades territoriales?

6

¿Qué implicaciones tiene el reconocimiento de las entidades territoriales indígenas en la organización política?

7

¿Cómo influye la estructura política en la gestión de los recursos públicos?

8

¿De qué manera el Estado garantiza la participación ciudadana en las decisiones políticas?

9

¿Qué papel juegan los distritos en la organización territorial de Colombia?

10

¿Cómo se refleja el principio de la prevalencia del interés general en la organización política del país?

11

¿En qué se diferencia la función de un alcalde de la de un gobernador?

12

¿Qué importancia tienen los territorios colectivos para la comunidad afrocolombiana?

13

¿Cuál es la función de la asamblea departamental en la administración de los departamentos?

14

¿Cómo se relaciona la organización política de Colombia con la democracia participativa?

15

¿Qué retos enfrenta la organización política en Colombia respecto a la protección de los derechos humanos?

16

¿Por qué es importante la descentralización en un Estado como Colombia?




sábado, 10 de mayo de 2025

ORGANIZACIÓN POLÍTICA

ORGANIZACIÓN POLÍTICA
logro: reconoce información explicita sobre los propósitos del texto

ACTIVIDAD
Realiza un mapa conceptual con la teoría organización política




LECTURA COMPLEMENTARIA

LA MANO IZQUIERDA Y LA MANO DERECHA DEL ESTADO 
Pierre Bourdieu

P.: Uno de los últimos números de la revista que dirige está dedicado al tema del sufrimiento.  Contiene varias conversaciones con personas a las que los medios no conceden la palabra: jóvenes de barrios marginales, pequeños agricultores, trabajadores sociales ... El director de un colegio conflictivo expresa, por ejemplo, su amargura personal: en lugar de ocuparse de la transmisión de conocimientos, se ha convertido, en contra de su deseo, el policía de una especie de comisaría. ¿Cree que esos testimonios individuales y anecdóticos permiten entender un malestar colectivo?

 P. B.: En la investigación que emprendimos sobre el sufrimiento social entrevistamos a muchas personas que, como ese director de colegio, viven las contradicciones del mundo social, percibidas en forma de dramas personales. Podría citar asimismo a cierto director de proyecto, encargado de coordinar sus actividades en una «zona difícil» del extrarradio de una pequeña ciudad del norte de Francia. Se ha enfrentado a contradicciones que rayan el límite más extremo de las que experimentan actualmente todos los denominados «trabajadores sociales>>: asistentes sociales, educadores, magistrados de base, así como, cada vez más, profesores y maestros. Constituyen lo que llamo la mano izquierda del Estado, el conjunto de agentes de los ministerios llamados dispendiosos, que son la huella, en el seno del Estado, de las luchas sociales del pasado. Se enfrentan al Estado de la mano derecha, a los enarcas" del Ministerio de Hacienda, los bancos públicos o privados y los gabinetes ministeriales. Muchos de los movimientos sociales a los que ayudamos (y ayudaremos) expresan la rebelión de la pequeña nobleza de Estado contra la gran nobleza de Estado.

P.: ¿Cómo explica esa exasperación, esas manifestaciones de desesperación y esas rebeliones?
 P. B.: Creo que la mano izquierda del Estado tiene la sensación de que la mano derecha ya no sabe o, peor aún, no quiere realmente saber lo que hace la mano izquierda. En cualquier caso, ya no quiere pagar su coste. Una de las principales razones de la desesperación de todas esas personas procede, en realidad, de que el Estado se ha retirado, o está a punto de hacerlo, de cierto número de sectores de la vida social que le correspondían y de los que se responsabilizaba: la vivienda social, la televisión y la radio públicas, la escuela pública, la sanidad pública, etcétera, comportamiento aún más sorprendente o escandaloso, por lo menos para algunos de ellos, dado que se trata de un Estado regido por un gobierno socialista del que cabría esperar, por lo menos, que garantizara el servicio público como servicio abierto y ofrecido a todos, sin distinciones ... Lo que se describe como una crisis de lo político, un antiparlamentarismo, es, en realidad, una desesperación respecto al Estado como responsable del interés público.

Que los socialistas no hayan sido tan socialistas como pretendían no desconcertaría a nadie: los tiempos son duros y el margen de maniobra escaso. Pero lo que puede sorprender es que hayan podido contribuir tanto al menoscabo de la cosa pública: en primer lugar con los hechos, mediante toda clase de medidas o políticas (me limitaré a citar los medios) tendentes a liquidar las conquistas del Estado del bienestar, pero también, y quizá sobre todo, en el discurso público, mediante el elogio de la empresa privada (como si el espíritu empresarial no tuviera otro terreno que la empresa) y el estímulo del interés privado. Todo eso resulta bastante sorprendente, sobre todo, para aquellos a quienes se manda a primera línea a fin de desempeñar las funciones llamadas «sociales>> y suplir las insuficiencias más intolerables de la lógica del mercado sin darles los medios para realizar realmente su misión. ¿Cómo no van a sentirse constantemente engañados o desautorizados?  

Hubiera debido comprenderse desde hace tiempo que su rebelión va mucho más allá de los problemas salariales, por más que el salario pagado sea un índice inequívoco del valor concedido al trabajo y a los trabajadores correspondientes. El desprecio hacia una función queda patente por la remuneración más o menos ridícula que le es otorgada.

P.: ¿Cree que el margen de maniobra de los dirigentes políticos es tan reducido como dicen?
P. B.: Sin duda, es mucho menos reducido de lo que se pretende hacemos creer. Y, en cualquier caso, sigue siendo un terreno donde los gobernantes tienen mucho campo de maniobra: el de lo simbólico. La ejemplaridad del comportamiento tendría que imponerse a todo el personal del Estado, sobre todo, cuando éste se enorgullece de una tradición de entrega a los intereses de los más necesitados. Ahora bien, ¿cómo no dudar cuando se ven no sólo los ejemplos de corrupción (a veces casi oficiales, como las primas que reciben ciertos altos funcionarios) o de traición al servicio público (la palabra es, sin duda, demasiado fuerte: en realidad, pensaba en esos altos funcionarios que abandonan la Administración por la empresa privada), sino todas las formas de desviación, para fines privados, de bienes, beneficios y servicios públicos: nepotismo, favoritismo (nuestros dirigentes tienen muchos «amigos personales» ... ),  clientelismo?

¡Y no me refiero a beneficios simbólicos! Es indudable que la televisión ha contribuido tanto como los sobornos a la degradación de la virtud cívica. Ha convocado y empujado a las candilejas de la escena política e intelectual a unos «¿Me viste?» preocupados, sobre todo, por hacerse ver y hacerse valer, en total contradicción con los valores de oscura entrega al interés colectivo que caracterizaban a los funcionarios o los. militantes. Es la misma preocupación egoísta de hacerse valer (muchas veces a costa de unos rivales) lo que explica que las declaraciones efectistas' se hayan convertido en una práctica tan común. Para muchos ministros parece que una medida sólo vale si puede ser anunciada y considerada realizada desde que ha sido notificada. En suma, la gran corrupción, cuyo descubrimiento escandaliza tanto porque revela el desfase entre las virtudes profesadas y las prácticas reales, sólo es la culminación de innumerables pequeñas «debilidades» cotidianas, de la búsqueda de la promoción personal, de la aceptación apresurada de los privilegios materiales o simbólicos.

P.: Frente a la situación que describe, ¿cuál es, en su opinión, la reacción del ciudadano
P. B.: Hace poco leí un artículo de un escritor alemán sobre el antiguo Egipto. Explica que, en una época de crisis de confianza en el Estado y el bien público, se veían florecer dos cosas: entre los dirigentes, la corrupción, correlativa con la decadencia del respeto hacia la cosa pública, y, entre los dominados, la religiosidad personal, asociada a la desesperación respecto a los remedios temporales. De la misma manera, actualmente se vive la sensación de que el ciudadano, al sentirse rechazado al exterior del Estado (que, en el fondo, sólo le pide las contribuciones materiales obligatorias y, sobre todo, no exige ninguna entrega, ningún entusiasmo), rechaza al Estado y lo trata como una potencia extranjera a la que utiliza en favor de sus intereses.

P.: Se ha referido antes a la amplia libertad de que gozan los gobernantes en el terreno simbólico. Éste no concierne únicamente a los comportamientos que ha puesto como ejemplo. Comprende también los discursos y los ideales movilizadores. ¿De dónde procede, en ese punto, la deficiencia actual?
P. B.: Se ha hablado mucho del silencio de los intelectuales. Lo que me sorprende es el silencio de los políticos. Carecen por completo de ideales movilizadores. Sin duda, porque la profesionalización de la política y las condiciones exigidas de quienes quieren hacer carrera en los partidos excluyen cada vez más las personalidades inspiradas. Sin duda, también porque la definición de la actividad política ha cambiado con la llegada de un personal que ha estudiado en las escuelas (de ciencias políticas) que, para dar impresión de seriedad o, simplemente, para evitar parecer gruñón o anticuado, es mejor hablar de gestión que de autogestión y lo más conveniente, en cualquier caso, es asumir las apariencias (es decir, el lenguaje) de la racionalidad económica.

Prisioneros del estricto economicismo corto de vista de la visión del mundo del FMI, que también hace (y hará) estragos en las relaciones Norte-Sur, todos esos aprendices en materia de economía omiten, evidentemente, tener en cuenta los costes reales, a corto y, sobre todo, a largo plazo, de la miseria material y moral que es la única consecuencia segura de la Real-politik económicamente legítima: delincuencia, criminalidad, alcoholismo, accidentes de tráfico, etcétera. También en este caso la mano derecha, obsesionada por el problema de los equilibrios financieros, ignora lo que hace la mano izquierda, enfrentada a las consecuencias sociales, a menudo muy costosas, de las «economías presupuestarias».

 P.: ¿Es que ya no son creíbles los valores en que se fundaban los actos y las contribuciones del Estado?
 P. B.: Los primeros en escarnecerlos son muchas veces quienes deberían ser sus máximos guardianes. El Congreso de Rennes 1 y la ley de amnistía' han contribuido más al descrédito de los socialistas que diez años de campaña antisocialista. Y un militante «desengañado» (en todos los sentidos de la palabra) hace más daño que diez adversarios. Así pues, diez años de poder socialista han traído como consecuencia la ruina de la fe en el Estado y la culminación del desmantelamiento del Estado providencia iniciada en los años setenta en nombre del liberalismo. Pienso especialmente en la política de la vivienda.' Tenía como objetivo manifiesto arrancar a la pequeña burguesía del hábitat colectivo (y, con ello, del «colectivismo>>) y vincularla a la propiedad privada en su chaletito individual o su piso en régimen de propiedad horizontal. En cierto sentido, esta política ha triunfado del todo. Su culminación ilustra lo que decía hace un momento sobre los costes sociales de determinadas economías. Ya que es, sin duda, la causa principal de la segregación espacial y, con ello, de los problemas de los «suburbios residenciales».

P.: Si se quiere definir un ideal, sería, por tanto, el retorno al sentido del Estado, de la cosa pública. Usted no comparte esta opinión general.
P. B.: ¿De quién es la opinión de la opinión general? De las personas que escriben en la prensa, de los intelectuales que predican «que hay que reducir el Estado a la mínima expresión» y entierran precipitadamente lo público y el interés del público por lo público ... Estamos ante un ejemplo típico de esa ilusión de consenso generalizado que, de entrada, deja fuera de discusión tesis más que discutibles. Convendría analizar el trabajo colectivo de los «nuevos intelectuales••. que ha creado un clima favorable al retraimiento del Estado y, más ampliamente, a la sumisión a los valores de la economía. Pienso en lo que se ha llamado «el retomo del individualismo>>, que tiende a destruir los fundamentos filosóficos del Estado del bienestar y, en especial, el concepto de responsabilidad colectiva (en el accidente laboral, la enfermedad o la miseria), una conquista fundamental del pensamiento social (y sociológico). El retorno al individuo es también lo que permite censurar a la «víctima>>, única responsable de su desgracia, y predicarle que se ayude a sí misma. todo ello so pretexto de la necesidad, incansablemente repetida, de disminuir las cargas empresariales.

La reacción de pánico retrospectivo que determinó la crisis del 68, revolución simbólica que zarandeó a todos los pequeños portadores de capital cultural, creó (con, a modo de esfuerzo, el hundimiento -¡inesperado!- de los regímenes de tipo soviético) las condiciones favorables para la restauración cultural al final de la cual la ideología «ciencias políticas» sustituyó a la ideología Mao. El mundo intelectual es actualmente el escenario de una lucha que tiende a producir y a imponer «nuevos intelectuales» y, por tanto, una nueva definición del intelectual y su papel político, una nueva definición de la filosofía y el filósofo, comprometido a partir de ahora en las vagas polémicas de una filosofía política carente de sutileza, de una ciencia social reducida a una politología de velada electoral y a un comentario descuidado de sondeos comerciales sin método. Platón tenía un término magnífico para designar a esas personas, el de doxósofo: este «técnico de la opinión que se cree sabio» (traduzco el triple sentido de la palabra) plantea los problemas de la política en términos idénticos a aquellos en que se los plantean los hombres de negocios, los políticos y los periodistas políticos (o sea, hablando en plata, los que pueden pagarse esos sondeos ... ). 

P.: Acaba de mencionar a Platón. ¿La actitud del sociólogo se parece a la del filósofo?
P. B.: El sociólogo, al igual que el filósofo, se enfrenta al doxósofo, al cuestionar las evidencias, sobre todo, las que se presentan en forma de preguntas, tanto propias como ajenas. Es lo que desconcierta profundamente al doxósofo, que considera un prejuicio político el hecho de rechazar la sumisión, profundamente política, que implica la aceptación inconsciente de los tópicos, en la acepción de Aristóteles: conceptos o tesis con los que se argumenta, pero sobre  que no se argumenta.

P;¿ No tiende a situar, en cierto sentido, al sociólogo en una posición de filósofo-rey, de único que sabe dónde están los auténticos problemas?
P. B.: Lo que defiendo fundamentalmente es la posibilidad y la necesidad del intelectual crítico, y crítico, en primer lugar, de la dóxa intelectual que segregan los doxósofos. No existe una auténtica democracia sin un auténtico contrapoder crítico. El intelectual forma parte de él en buena medida. Por eso considero que el trabajo de demolición del intelectual crítico, muerto o vivo -Marx, Nietzsche, Sartre, Foucault y unos cuantos más clasificados en bloque con la etiqueta de «pensamiento 68»-, 1 es tan peligroso como la demolición de la cosa pública y se inscribe en la misma empresa global de restauración.

Preferiría, evidentemente, que los intelectuales hubieran estado siempre a la altura de la inmensa responsabilidad histórica que les incumbe y en todo momento hubieran comprometido en sus actos no sólo su autoridad moral, sino también su competencia intelectual, a la manera, por citar un ejemplo, de Pierre Vidal-Naquet, que invierte su dominio del método histórico en una crítica de las utilizaciones abusivas de la historia.' Dicho eso, y citando a Karl Kraus, «entre dos males, me niego a elegir el menor». Aunque siento escasa indulgencia por los intelectuales «irresponsables», todavía me gustan menos aquellos responsables «intelectuales>>, polígrafos polimorfos, que hacen su puesta anual entre dos consejos de administración, tres cócteles de prensa y unas cuantas apariciones en la televisión.

P.: En tal caso, ¿qué papel desea para los intelectuales, especialmente en la construcción de Europa? P. B.: Deseo que los escritores, que los artistas, los filósofos y los científicos puedan hacerse escuchar directamente en todos los ámbitos de la vida pública donde son competentes. Creo que todo el mundo saldría ganando si la lógica de la vida intelectual, la de la argumentación y la refutación, se extendiera a la vida pública. Actualmente, es la lógica de la política, es decir, de la denuncia y la difamación, de la <<esloganización» y la falsificación del pensamiento del adversario, la que se extiende muy a menudo a la vida intelectual. Sería bueno que los <<Creadores» pudieran cumplir su· función de servicio público y, a veces, de salvación pública

Pasar a la escala europea sólo es alcanzar un grado de universalización superior, señalar una etapa en el camino del Estado universal que, incluso en las cosas intelectuales, está lejos de verse realizado. No se ganaría gran cosa, en efecto, si el eurocentrismo ocupara el lugar de los nacionalismos heridos de las viejas naciones imperiales. En el momento en que las grandes utopías del siglo XIX han soltado toda su perversión, es urgente crear las condiciones de un trabajo colectivo de reconstrucción de un universo de ideales realistas, capaces de movilizar las voluntades sin confundir las conciencias


París diciembre de 1991








 



domingo, 27 de abril de 2025

QUE ES EL ESTADO

 






  • ¿Qué es el Estado?
  • ¿Cuáles son sus funciones?
  • ¿Cómo está representado el Estado en tu barrio?
  • ¿Por qué es importante la soberanía del Estado?
  • ¿Cómo se manifiesta la soberanía del Estado en Colombia?



  • domingo, 23 de marzo de 2025

    EL ORIGEN DEL ESTADO "ARISTÓTELES"



    refrán
    “Cuando los que gobiernan hacen lo que deben, los gobernados no hacen lo que quieren.”








    LOGRO: analiza estrategias, explícitas o implícitas, de organización estructura y componentes de los textos. 

     






    REALIZA UN MEME SOBRE ARISTÓTELES EL ORIGEN DEL ESTADO





    1
    Menciona tres problemas de tu comunidad. ¿Cuál sería el trabajo político que podrías desarrollar para su solución?
    2
    ¿Crees que debes participar en la toma de decisiones de la comunidad. es decir, en su política?
    3
    Piensa si es posible para cualquier hombre aislarse por completo de la actividad política de su comunidad. Si, no ¿por qué?
    4
    Reflexiona sobre la siguiente afirmación: "cualquier actividad y actitud que tome el hombre encierra una posición política"
    5
    Teniendo presente la relación entre la ética y la política, establece a partir de un escrito. Como una y otra disciplina condicionan al hombre y termina su comportamiento en sociedad.




    Teoría de los gobiernos y de la soberanía:
    La constitución es la que determina en todas partes la organización del Estado en relación con las magistraturas, principalmente la soberana, el soberano es siempre el gobierno, por lo que es la constitución misma.
    Se pueden diferenciar dos tipos de constituciones, según el interés que persigan, pueden ser:
    ·         Constituciones puras: son las hechas en vistas del interés general, son puras porque practican rigurosamente la justicia
    ·         Constituciones impuras: sólo tienen en cuenta el interés personal de los gobernantes, no son más que una corrupción de las buenas constituciones, están viciadas.
    Aristóteles divide las formas de gobierno en puras e impuras, que son las deformaciones de las formas puras, según persigan el interés de uno o muchos. Así, encuentra dentro de las formas puras de gobierno:
    ·         La Monarquía: que es el gobierno de uno sólo.
    ·         La Aristocracia: que es el gobierno de una minoría conformada por hombres de bien.
    ·         La República: que es el gobierno de la mayoría
    Y dentro de las formas impuras, están:
    ·         La Tiranía: que es la que tiene como fin el interés personal del monarca.
    ·         La Oligarquía: que es la que tiene como fin el bien personal de los ricos.
    ·         La Demagogia: que tiene como fin el bien particular de los pobres.
    El fin del Estado debe ser siempre, no sólo la existencia material de todos los asociados, sino también su felicidad y su virtud, siendo ésta última la de primer cuidado dentro del Estado, para que la asociación política no se convierta en una alianza militar, ni la ley. en una mera convención. La ciudad es la asociación del bienestar y de la virtud, para el bien de las familias y las diversas clases de habitantes, para alcanzar una existencia que se baste a sí misma.
    Si dentro de la ciudad hay algún ciudadano, o muchos, que tengan tal superioridad de méritos que los demás ciudadanos no puedan competir con el suyo, siendo la influencia política de estos individuos, incomparablemente más fuerte, no pueden ser confundidos en la masa de la ciudad, porque reducirlos a iguales sería cometerles una injuria, ya que podría decirse que son dioses ente los hombres.
    La ley no se ha hecho para seres superiores, sino que ellos mismos son considerados la ley, sería ridículo intentar someterlos a la constitución. Esto es considerado causa de Ostracismo en otros estados, principalmente en los democráticos, donde se cuida la igualdad entre todos los ciudadanos, cuidando que ninguno sobrepase en poder al otro, pero lo que se debe hacer en estos casos es tomar a esto como rey mientras viva.
    En todos los casos, es preferible que la soberanía resida en la ley positiva, que en algún ciudadano, ya que el hombre se corrompe ante el atractivo del instinto y las pasiones del corazón cuando se encuentra en el poder. La ley, en cambio, "es la inteligencia sin ciegas pasiones".
    Teoría General de la ciudad perfecta:
    El gobierno perfecto es aquel que procura a todos los ciudadanos el goce de la más perfecta felicidad, dividiendo a estos goces en tres diferentes clases: los que están fuera de su persona, bienes del cuerpo y bienes del alma consistiendo así la felicidad en la reunión de todos éstos, que pueden ser adquiridos y conservados mediante la virtud. La felicidad es patrimonio de los corazones más puros y de las inteligencias más distinguidas, siendo por lo tanto el estado más perfecto, el más dichoso y más próspero. La felicidad nunca puede estar acompañada del vicio, porque tanto el Estado como el hombre no prosperan sino a condición de ser virtuosos y prudentes, transformándose en el fin esencial de la vida de ambos el alcanzar este grado de virtud y hacer todo lo que ella ordene.
    Para Aristóteles el Estado más perfecto es aquél en el cual cada ciudadano puede, gracias a las leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar su felicidad, adoptando el camino que le parezca mejor, así, algunos se dedicarán a la política y otros a la filosofía. La felicidad sólo se encuentra en la actividad, pues sólo en ella se realiza la virtud, por lo cual es un error preferir la inacción al trabajo, siendo por lo tanto la actividad el asunto capital de la vida.
    En ese Estado perfecto debe haber equilibrio entre la cantidad de ciudadanos y la extensión del suelo (causa material del estado). No debe haber demasiados habitantes ya que no es posible el orden en la multitud, su cantidad debe ser reducida de modo que sea posible que se conozcan entre sí, para que de esta manera las elecciones y sentencias jurídicas no sean necesariamente malas pero a la vez debe alcanzarse un mínimo necesario para la subsistencia.
    En cuanto al territorio sobre el cual se asienta el Estado, debe ser fértil y ni demasiado pequeño - que impediría satisfacer las necesidades de sus habitantes - ni demasiado grande - que lo tornaría ingobernable.
    La justa proporción consiste en tener el mayor número posible de ciudadanos capaces de satisfacer las necesidades de su existencia, pero no tan numerosos que dificulten su inspección o vigilancia.
    Los elementos indispensables para la existencia de la ciudad son: la subsistencia, las artes, las armas, cierta abundancia de riquezas, culto divino y decisión sobre los asuntos de interés general y procesos individuales; para todos y cada uno de estos elementos debe haber en el Estado ciudadanos dedicados a procurarnos, ya que la falta de cualquiera de ellos resultaría en la imposibilidad del autoabastecimiento de esa sociedad.
    Se pueden suponer diversas combinaciones según la importancia relativa que se atribuya a las funciones anteriores, siendo ésto lo que constituye la característica propia de cada forma de gobierno; así, en la democracia todos los derechos son comunes, al contrario de lo que ocurre en la oligarquía.
    Siendo los ciudadanos los únicos que componen el cuerpo político, se abstendrán de realizar trabajos contrarios a la virtud o relacionados a la agricultura, puesto que para ocuparse de la cosa pública se necesita tiempo ocioso.
    Los ciudadanos están divididos en dos clases: los guerreros y lo que deliberan sobre los negocios del Estado y juzgan los procesos, confiriendo las funciones según las distintas etapas de la vida, habida cuenta que una necesita del vigor de la juventud y las otras prudencia, la que es propia de las etapas maduras de la vida. Los artesanos, como otras clases extrañas a las nobles ocupaciones de la virtud, no gozan de derechos políticos.
    Un Estado es virtuoso sólo cuando todos los ciudadanos que lo componen lo son. Tres son las cosas que pueden hacer al hombre bueno y virtuoso: la naturaleza, en cuanto nos concede virtudes espirituales y corporales, el hábito, que pervierte o mejora las cualidades naturales y la razón a cuyo imperio el hombre está sometido.
    De los deberes del Legislador:
    En el momento de redactar la Constitución para cada lugar es preciso tener en cuenta, tanto la que es ideal para ese lugar, como así también la que es posible que se adapte según las condiciones que el mismo presenta; ésto constituye una ciencia que para muchos quizás será imposible de alcanzar, pero no para el verdadero legislador y el político, que no ignoran en absoluto ninguna de las circunstancias. También debe de considerar cuál es la que durará durante la mayor cantidad de tiempo posible, cuál es régimen que derivará del supuesto dado, luego de haber examinado detalladamente la constitución y sobre todo, tendrá que considerar cual es la mejor constitución que se ajusta a todas las diferentes ciudades. En resumen, "no habrá de considerar sólo la mejor constitución, sino sólo la que es posible, la más fácil y la que comúnmente pueda implantársele a todas las ciudades". (pág. 67)
    Otra opción, no por eso menos importante, sería reformar las constituciones que ya tienen las respectivas ciudades, de manera que los habitantes las puedan acatar y compartir fácilmente, restableciendo un orden político. Pero todo será imposible para el que piense que sólo hay una forma constitucional, es decir, para aquel que crea que sólo una forma de democracia y una de oligarquía son posibles, ignorando de cuantos modos pueden combinarse.
    Esto también ocurre con las leyes, teniéndose en cuenta cuáles son las mejores que pueden adaptarse al sistema constitucional, porque éstas se establecen en vista de las constituciones y no de manera inversa, porque es imposible que todas las leyes se adapten a todas las democracias y a todas las oligarquías, si es que realmente hay diversidad de ellas.
    Sobre las formas de gobierno y sus desviaciones:
    En todo régimen, la primera desviación de la forma original de organización será la peor. Por ejemplo: en la monarquía, la desviación que más se aleja al gobierno constitucional es la tiranía, en segundo lugar viene la oligarquía que es la que se aleja de la forma aristocrática y por último, como la desviación más moderada, se encuentra la democracia. Aunque todas estas formas son erradas, ya que no hay una mejor, sino una menos mala.
    La causa de que se encuentren distintas formas de gobierno es que todas las ciudades están conformadas por familias ricas, que poseen armas, pobres, que no las poseen y otras de clase media, también hay campesinos, comerciantes y obreros. Es decir que hay distinciones por las riquezas, por las propiedades y por nacimiento o virtud, que son las que constituyen los elementos de la ciudad, con lo que necesariamente habrá pluralidad de gobiernos, en referencia a los arreglos que se hagan entre las partes superiores e inferiores dentro de la comunidad, siendo oligárquicas o despóticas las más tensas, y democráticas las más relajadas y suaves, existentes sólo cuando son los hombres libres los que ejercen la soberanía, que sólo por casualidad resultan de ser la mayoría.
    Las ciudades no están compuestas de una, sino de muchas partes: los labradores, los obreros, los comerciantes, los jornaleros y la clase militar, cuya existencia es no menos indispensable, pero debe haber aún alguien que administre el derecho, que desempeñe la justicia judicial y una clase deliberativa (que corresponde a la prudencia política), pero no es al caso que estas funciones se encuentren en la misma persona o en personas separadas. Se encuentran otras clases como la de los funcionarios públicos, quienes administran las magistraturas en la ciudad, ya sea de manera continua o por turnos, la clase que delibera y la que juzga sobre los derechos de los litigantes, que deben ser desempeñadas por hombres dotados de virtud en manera política.


    realiza una reflexión sobre la lectura

    domingo, 2 de marzo de 2025

    LA POLÍTICA SU FINALIDAD Y OBJETIVO







    LOGRÓ: recupera información implícita de la organización,la estructura y de los componentes de los textos.







    1
    Según el texto que es gobernar?
    2
    Que semejanza encuentra entre político y estado?
    3
    Que otro título le pondrías a esta lectura?
    4
    Como podrías resumir que es la política?
    5
    Qué opina de la funciones de la política?
    6
    Crees que los  políticos cumplen con las propuestas de campaña?


    LECTURA COMPLEMENTARIA

    Administración pública

    La administración pública comprende el conjunto de órganos del sector público conformados para realizar la tarea de administrar y gestionar organismos, instituciones y entes del Estado.

    La administración pública viene a cumplir una función fundamental, tal función viene a ser la de establecer y fomentar una relación estrecha entre el poder político o gobierno y el pueblo. Los componentes principales de la administración pública son instituciones públicas y funcionarios.
    El estudio formal de las ciencias políticas suele ir de la mano del de la administración pública, por una sencilla razón: los diferentes modelos de gobierno o de gestión política que el hombre ha ideado a lo largo de la historia se han hecho sentir más que nada en el modo de disponer de los bienes y servicios públicos, dado que un gobierno, desde cierto punto de vista, no es más que una manera específica de emplear al Estado: sus leyes, sus instituciones y sus cometidos en lo social, cívico y económico.
    Características de la administración pública
    La administración publica posee una serie de elementos que la identifican como tal.
    • En primer lugar, en ella está la existencia del recurso humano que viene a ser el medio que enlaza el gobierno con la ciudadanía. Ellos pueden ser llamados funcionarios o personal administrativos.
    • Así también, está presente el manejo de tributos. Sean estos impuestos, aranceles, tasas etc., provenientes de otros sectores de la economía y del pueblo.
    • Puede distinguirse dos elementos identificativos adicionales. Esto son el fin y objetivo. Los cuales están llamados a consumarse en la satisfacción del interés colectivo.
    Adicionalmente, podríamos destacar que con el avance tecnológico, la administración pública está cada vez más informatizada. Esto da lugar a una administración pública electrónica. Un ejemplo de esta evolución se encuentra en España en materia tributaria. Antaño la declaración se realizaba como aquel que dice a papel y lápiz. Es decir, se realizaba a mano. Sin embargo, con el avance tecnológico paso a presentarse de manera obligatoria por medios informáticos o telemáticos.
    Ejemplos de administración pública
    Algunos ejemplos de administración pública pueden ser:
    • Las medidas de recorte y achicamiento del Estado llevados a cabo por los gobiernos neoliberales, en especial durante la década del 90 en América Latina: despidos de trabajadores públicos, fusión de ministerios, etc.
    • El agrandamiento del Estado que llevaban a cabo los gobiernos socialistas, a medida que expropian empresas privadas y propiedades que pasan a ser patrimonio del estado, bajo un modelo de gestión de la administración pública.